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14,16 €Los poemas de La velocidad del mundo recorren casi en sigilo, de la mano de la autora, el paisaje f¡sico y sentimental de la Tierra. Engarzados al esp¡ritu de los fenómenos naturales la luz, la lluvia, el viento, ¿el amor ... , tratan de apresar el momentum del sencillo, fugaz y precioso viaje de la vida en cada verso. No pretenden construir imágenes bellas, sino formar parte de la terrible belleza del mundo, de su alegr¡a y su oscuridad. Al igual que en la poes¡a china clásica, el poema encuentra su camino invisible hecho de palabras; palabras que no son sólo artificio, sino que desean suceder, como otras piezas más de la Naturaleza. As¡, el orden del Universo tiene también su reflejo en el poema. Y el poema se asemeja al árbol que da sus frutos sin pensar , como dir¡a Roberto Curto. No se trata aqu¡ de describir al mundo, ni de representarlo, sino de ser una pequeña porción de él: de su equilibrio, su armon¡a, su velocidad o su fuerza. Pues las palabras, como los árboles, también pertenecen por derecho propio al aliento de la vida.